¡Por fin! Aquí ya está la semana de inspiración, en esta ocasión aemás de cambiar la dinámica, también cambio el tipo de entrada.
Cuando recibí sus palabras fue algo complicado encontrar imágenes que me llenaran, así que en esta entrada inspiración muy fuerte y real, que llena y desborda en su ser la primera palabra: Fuerza.
Su historia la leí cuando salió el especial Heroínas Anónimas de la revista Proceso, me pareció magnífica, si desean leer el artículo completo den click a la fotografía:
Olga Sánchez Martíne, la vida de esta mujer, originaria de Chiapas, fue difícil desde el primer instante, rodeada de pobreza, una infancia enfermiza y la mutilación de unos dedos en su mano izquierda en una tortillería donde trabajaba, hacía parecer su vida una tragedia.
Viajó al Distrito Federal con la ilusión de una mejor vida, y después de un largo periodo donde tuvo varios trabajos, se casó, procreó dos hijos, pero siempre con la sombra de la enfermedad y la tragedia que la debatieron entre la vida y la muerte, y no conforme con eso, también tuvo que lidiar con médicos irresponsables y sus diagnósticos erróneos de cáncer, aún así perseveró, y después de 10 años regresó con su familia a Chiapas.
Desde que llegó ella estaba decidida a ayudar a hombres y mujeres que como ella, sufrían el dolor de la mutilación, y en el Hospital de Tapachula encontró a millares de ellos, personas inmigrantes que habían sido víctimas de la Bestia, así se le llaman a los trenes que usan los ilegales para viajar cuando llegan a México, muchos caen de ellos en pleno movimiento y son arroyados costándoles, en el mejor de los casos, una de sus extremidades.
Eran muchísimos, pero la voluntad de esta mujer era mucho mayor, así que no se conformó con cuidarlos en el hospital, empezó a llevarlos a su casa, el número de inmigrantes fue aumentando, y su casa fue haciéndose más pequeña para todos ellos, por un tiempo rentó una casa que fue su albergue, hasta que tuvo que des ocuparla y pudo comprar un terreno para construir su propio albergue.
Los mismos asilados fueron los que construyeron el albergue, y fue cuando su nombre se escuchó más lejos de lo que ella hubiera pensado. En el 2004, un funcionario de la Embajada Canadiense se presentó con ella y le ofreció 900 mil pesos para que siguiera adelante ayudando, para ella su "sueño americano" (así lo llama) se hacía realidad.
El albergue, mide mil 750 metros cuadrados. Se localiza en el entronque carretero a Raymundo Enrique, cerca del Hospital Regional.
Tiene una oficina administrativa, enfermería, la cocina, comedor, sala de televisión y una panadería. También tiene un taller de costura y manualidades, un salón de clases, cuatro cuartos de hombres, dos de mujeres y uno mixto, para enfermos con padecimientos contagiosos o en estado terminal. Es también para personas agresivas o con trastornos mentales.
El albergue cuenta con una pequeña capilla y la habitación para los voluntarios, generalmente extranjeros.
Tiene convenio con la Cruz Roja para la donación de prótesis y ayuda para hacer volver a los migrantes a su lugar de origen.
Ella ayuda a cuantas personas puede, y hasta a las que no también, como en todo, hay quien le agradece y quien no, pero eso no ha sido límite para esta mujer incansable, y como ella misma dice:
A todos nos toca vivir cosas fuertes, pero no estamos para dar lástima. Así que para adelante.
¿Qué les pareció? Sé que es poquito, pero es lo que pude hacer, de verdad no creí que el trabajo fuera tanto, pero esta semana de isnpiración se completará, ténganlo por seguro.
Gracias por leer, mañana seguimos con otra palabra inspiradora!
Gracias por leer, mañana seguimos con otra palabra inspiradora!